En estos días abrimos los periódicos, escuchamos las noticias de radio y televisión esperando que hayan encontrado el cuerpo de Marta del Castillo para que finalice la agonía de su familia. No hace mucho compartíamos idéntico sentimiento con la familia de Mari Luz y antes con las familias de las victimas de ETA.
De manera simultanea se ha reabierto el debate sobre el cumplimiento integro de las penas por los criminales y la implantación de la cadena perpetua para los culpables de determinados delitos.
A esta reclamación que hoy trasladan a Madrid, y próximamente al Presidente del gobierno y al Presidente del PP ya le han salido objeciones.
Las que más me han molestado por lo escuálido, simplista de su argumentación son aquellas que giran entorno al argumento de “que de existir la cadena perpetua tampoco hubiera evitado su muerte” . Y es cierto, no hubiera evitado su muerte como tampoco la ha evitado el que el asesinato este penado de 15 a 20 años.
Normalmente no es el temor a la pena lo que evita el delito, es la prevalencia de unas normas éticas, de educación, conducta, el saber discernir el bien del mal, lo correcto de lo que no lo es, lo que a la mayoría silenciosa de este país nos aleja del delito. De su búsqueda consciente y premeditada pues nadie esta libre de pecado en esta tierra.
Pero no es menos cierto que la Justicia se instauro para eliminar la Venganza que solo traía un sin limite reguero de crueldad y represalias entre los afectados.
Por ello entregamos la potestad de castigar a una autoridad superior, el gobierno, en la confianza que reparara el daño causado con la privación de la libertad del culpable. Pero ¿qué esta sucediendo para que sea el ciudadano el que reclame el endurecimiento de las penas?.
Esta pasando que, en un nuevo movimiento pendular de la sociedad española, tras la instauración de la democracia se hizo especial énfasis en el carácter resocializador de la pena frente al carácter punitivo, represivo de la privación de libertad. Se ha primando, tal vez en demasía, la reinserción del penado en la sociedad y con ello se esta diluyendo el sentido compensatorio a las victimas, sus familias y a la sociedad por el mal infringido.
Y ello nos lleva a un peligroso límite que estamos muy cerca de traspasar, el que las familias de las victimas, la sociedad, empiecen a considerar que la cesión que en su momento hicieron de su poder punitivo, la venganza, haya dejado de ser equitativa, que ha dejado de existir esa correspondencia entre el dolor sufrido y la reparación que se recibe por la Justicia.
A la perdida del ser querido, desde el más absoluto desprecio que de su vida tuvieron sus verdugos, se añade -cada vez antes- la condena que supone la impotencia y la indignación de verlo a la vuelta de los años, siempre pocos, compartiendo las mismas calles que tú, estableciendo su negocio en los bajos de tu domicilio, ocupando un piso en tu mismo rellano…
No pido desde aquí el que se les encierre y se tire la llave pero si que no perdamos la proporción entre los valores puestos en juego, la VIDA, la JUSTICIA y la PRIVACION DE LIBERTAD. En dicha comparación creo que todavía prevalecen, debieran hacerlo, la vida y la justicia, justicia y vida que estos asesinos negaron un día a sus victimas.
Podría haber ilustrado este comentario con una foto de Marta, Mari Luz, algunas de las más de 1000 victimas de ETA, GRAPO y cuantas bestias se arrogan el poder divino de quitar la vida a sus semejantes. De haberlo hecho me habría situado al mismo nivel que esos miserables o aquellos que desde una equidistancia, que yo me niego a tener entre el bien y el mal, ponen en un plano de igualdad vida y privación de libertad. Cuanto darían los padres de Mari Luz, de Marta y de las más de 1000 victimas de ETA, GRAPO… por poder ir a la cárcel y no al cementerio a ver a sus hijos.
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2 comentarios:
Explicate un poco más, tu eres muy criptico y yo muy torpe.
Tal vez hayas leido el comentario de El Anteojo, pero creo que va en otra linea.
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